Los linfocitos son células que se producen en las células linfoides de la medula ósea y que
después de producidos migran a los órganos linfoides como el timo, bazo o ganglios linfáticos. Por
esta razón se les llaman células linfáticas y representan el 99% de estas células. Los
linfocitos
son el grupo de células dentro de los glóbulos blancos de menor tamaño y representan alrededor del
30% del total de la sangre.
Los linfocitos forman parte de los
leucocitos
o glóbulos blancos y forman parte del sistema inmunitario de un individuo. Hay tres tipos de
linfocitos, los cuales son las células asesinas naturales o células NK, los linfocitos T y los
linfocitos B, y se pueden identificar por su gran núcleo.
Los linfocitos T (se generan principalmente en el órgano linfático Timo) y los
linfocitos B provenientes de la medula ósea, representan los componentes principales en la
respuesta inmunitaria adaptativa. Los linfocitos T están encargados de las repuestas
inmunitarias a nivel celular, por otra parte, los linfocitos B son los responsables de la
inmunidad humoral. La función de estos linfocitos es reconocer los agentes invasores en los
organismos o antígenos no propios, en un proceso conocido como la presentación de antígenos. En el
momento que estas células reconocen a un agente extraño en el organismo activan la respuesta
inmunitaria para eliminar el patógeno o las células infectadas por el patógeno, en donde los
linfocitos B responden a esta acción generando grandes cantidades de anticuerpos para neutralizar
el agente invasor como bacterias y virus. Los linfocitos T dividen su acción de ataque, las células
T denominadas linfocitos T auxiliares producen citocinas que dirigen la respuesta inmune, y
otro grupo de células T llamadas linfocitos T citotóxicos producen gránulos tóxicos con que
almacenan enzimas para provocar la muerte de las células del organismos infectadas por el patógeno.
Una vez erradicado el ataque, los linfocitos B y los linfocitos T son capaces de producir replicas
del patógeno que han eliminado en forma de células de memoria, con la finalidad de preparar un
ataque rápido y efectivo si el agente extraño se detecta de nuevo.
Después de la activación, las células B y células T dejan un legado duradero de
los antígenos que se han encontrado, en forma de células de memoria. A lo largo del curso de
la vida de un animal de estas células de memoria se «recuerda» cada patógeno específico encontrado,
y son capaces de montar una respuesta fuerte y rápida si el patógeno se detecta de nuevo. |